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Premio Nacional de Ciencias Aplicadas 2020: sequía, mejoramiento genético y captura de carbono

Las contribuciones del ingeniero agrónomo de la Universidad de Chile, Edmundo Acevedo, sobre cómo las plantas se adaptan a la sequía y su estudio de la fisiología de los cultivos con vistas al mejoramiento genético, además de la captura de carbono en suelos y su potencial para mitigar el cambio climático, lo hicieron merecedor del galardón.

El Mercurio / 22 de agosto de 2020.- El ingeniero agrónomo Edmundo Acevedo (79) se enteró ayer, en su casa del campo en Olmué, de que obtuvo el Premio Nacional de Ciencias Aplicadas y Tecnológicas 2020.

Fue cerca de las dos de la tarde cuando el Ministerio de Educación, que otorga el galardón, diera a conocer la noticia. Unos minutos después, Acevedo conversó con «El Mercurio» vía telefónica.

»Este premio es el mayor reconocimiento al que yo pudiera aspirar y significa la culminación de una vida de trabajo e investigación en el área de la agronomía».

Justamente por sus contribuciones en este sector es que el profesional fue honrado con el galardón debido a «su trayectoria y reconocimiento internacional, además de sus descubrimientos sobre la adaptación de las plantas a la sequía, contribuciones pioneras en el mundo, y los aportes a la fisiología de los cultivos con vistas al mejoramiento genético, que han sido de gran relevancia», indicó el Ministro de educación en un comunicado.

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El campo

Hijo de un agrónomo, Acevedo nació en Valparaíso en 1941 y cuenta que desde muy joven se interesó por el mundo del campo. Aunque su madre quería un futuro distinto para él.

«Ella quería que estudiara Medicina y yo tenía todas las calificaciones para postular y ni siquiera lo hice», cuenta Acevedo, quien dice que tenia muy claras las razones. «Me interesaba el asunto de la alimentación mundial porque es una cosa compleja», comenta.

«Aunque la gente asocia al campo con pasarla bien y con descansar, no se dan cuenta que de allí vienen todos los alimentos, y eso a mi me apasionaba», añade.

Después de titularse en la Universidad de Chile en 1964, Acevedo partió a Estados Unidos, donde finalizó una maestría y luego un doctorado en ciencias del suelo en la Universidad de California.

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En su regreso al país y como académico del Laboratorio de Relación Suelo-Agua-Planta de la U. de Chile, el ingeniero profundizó en los mecanismos fisiológicos a través de los cuales las plantas resisten a la sequía, con el fin de mejorarlas genéticamente.

En ese camino, fue descubridor del ajuste osmótico, el único mecanismo que da resistencia a la escasez del agua y que se puede transmitir a otras plantas.

Sobre esto, el ministro de Ciencia, Tecnología e Innovación, Andrés Couve, comenta a «El Mercurio»: ‘»Sus estudios sobre la tolerancia de algunas especies a la sequía —donde destaca su investigación del Tamarugo, planta endémica chilena— y temas como el desarrollo de plantaciones energéticas han significad un gran aporte desde la agronomía a la sustentabilidad y el medio ambiente».

Desde 2019, Acevedo es profesor emérito de la Universidad de Chile. Roberto Neira, decano de la Facultad de Ciencias Agronómicas de esa casa de estudios, dice: «Él ha acuñado muchos términos que hoy se utilizan en agronomía, como la agricultura de cero labranza, que es mover lo menos el suelo para remover menos carbono». Neira añade: «Estamos extraordinariamente felices porque este premio haya sido recibido por un profesional de la agronomía».

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Otra de las áreas de investigación más importantes en la que ha trabajado Acevedo ha sido comprender cómo capturar carbono desde la atmósfera al suelo, de tal manera que la agricultura se convierta en una fuente de captura.

De hecho, él cree que uno de sus aportes más significativos ha sido, justamente, trabajar contra el cambio climático, tema sobre el que ha investigado los últimos 20 años.

«Creo que hemos demostrado que la agronomía es una de las ciencias más importantes, porque ofrece posibilidades de alimentación y de resguardo contra el cambio climático», comenta Acevedo.

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Paola Silva, académica de la Facultad de Ciencias Agronómicas de la Universidad de Chile, quien trabajó con el ingeniero durante 25 años, lo describe como muy riguroso y bastante exigente.

‘»Yo diría que siempre quería sacar lo mejor de sus estudiantes y el mejor provecho de ellos», comenta Silva. «Sus contribuciones como investigador y como formador de nuevas generaciones de agrónomos han sido tremendas», dice la experta, quien además fue su alumna de posgrado.

«Es un premio muy merecido», puntualiza la académica.

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