Marihuana

Marihuana medicinal genéticamente modificada mediante bacterias y levaduras

marihuana modificada
Marihuana medicinal creciendo de forma convencional en una instalación canadiense. Crédito: Richard Lautens/Getty

Mientras se esperan nuevas decisiones de las agencias reguladoras en Estados Unidos para re-clasificar la legalidad de compuestos terapéuticos de la marihuana, los científicos trabajan en el desarrollo de nuevas fuentes de compuestos del cannabis para investigación, donde se incluye el uso de organismos genéticamente modificados.

Los obstáculos legales para explorar las propiedades medicinales de la marihuana podrían caer luego de que la Administración de Drogas y Alimentos de Estados Unidos (FDA) aprobara un medicamento derivado del cannabis.

El pasado 25 de junio, la FDA anunció su aprobación de Epidiolex, un tratamiento para las crisis epilépticas que se basa en un compuesto del cannabis (o marihuana) llamado cannabidiol (CBD). La Administración para el Control de Drogas de los Estados Unidos (DEA) tiene hasta el 24 de septiembre para volver a clasificar a Epidiolex para que sea legal que los médicos de todo el país lo prescriban. Muchos investigadores esperan que la agencia vuelva a clasificar el CBD, en lugar de solo Epidiolex, para que puedan estudiar más fácilmente este componente no psicodélico de la marihuana.

Ahora que la FDA aprobó Epidiolex, «tenemos un claro reconocimiento de que esta planta tiene más potencial del que la gente le atribuye, y que tiene reverberaciones científicas y legales», dice Daniele Piomelli, director de un nuevo centro de investigación de cannabis en la Universidad de California, Irvine. Por lo menos, dice, la DEA debería otorgar a los investigadores una exención que les permita estudiar el CBD, especialmente ahora que las personas la consumen, y otros compuestos de cannabis conocidos como cannabinoides, en Estados donde la marihuana es legal. En este punto, los límites a la investigación parecen irracionales, agrega.

Disminuir las restricciones en el estudio del CBD también sería una buena noticia para las empresas emergentes de biotecnología que han estado produciendo cannabinoides a través de ingeniería genética. Estos productos podrían ser más puros y más asequibles que los obtenidos a través de métodos más antiguos de extracción de plantas de marihuana o síntesis química.

«Es una fiebre del oro bioquímica en este momento», dice Oliver Kayser, un bioingeniero de la Universidad Técnica de Dortmund en Alemania.

Superando barreras

Treinta Estados y el Distrito de Columbia ahora han legalizado la marihuana medicinal. Pero la planta y sus compuestos siguen siendo ilegales según la ley federal de EE. UU., consignados a la categoría más restringida de sustancias (clasificación 1). Solo los pocos investigadores que emplean el tiempo y dinero en cumplir con las normas federales para manipular sustancias ilícitas pueden trabajar con cannabis. Muchas menos barreras bloquean la investigación sobre drogas en categorías menos restringidas, como la oxicodona (OxyContin), un opioide comúnmente recetado, o la cocaína y la ketamina.

Pero incluso los investigadores que tienen permiso para trabajar con cannabis están restringidos a un proveedor principal. La única instalación en los Estados Unidos certificada para proporcionarles cannabis y sus extractos es la Universidad de Mississippi en Oxford. Los científicos también pueden solicitar permiso para estudiar un pequeño número de cannabinoides sintéticos de compañías farmacéuticas, pero algunos dicen que estas fuentes son demasiado limitadas o costosas para ser utilizadas.

«Se necesita una gran cantidad de aguante para estudiar los cannabinoides», dice Ziva Cooper, una neurocientífica de la Universidad de Columbia en la ciudad de Nueva York. En febrero, Cooper y sus colegas reportaron que las personas que fumaban marihuana obtenida desde la Universidad de Mississippi y que consumieron la mitad de la dosis típica de oxicodona experimentaron un alivio del dolor similar para las personas que tomaron solo la dosis completa de opioide. Para saber si esta combinación podría permitirles a los médicos recetar dosis más bajas de opiáceos y, por lo tanto, reducir el riesgo de adicción a los opiáceos, a Cooper le gustaría realizar una prueba más grande. Pero todavía tiene que obtener la aprobación para el estudio debido a las restricciones en la investigación de la marihuana.

Completando la demanda

Si las barreras legales caen, los científicos querrán explorar los cannabinoides de alta calidad producidos por diversos medios. Los compuestos de marihuana elaborados con bacterias y levaduras genéticamente modificadas pueden ayudar a satisfacer la demanda.

Kevin Chen, director de la compañía de biotecnología Hyasynth Bio en Montreal, Canadá, dice que los investigadores han expresado interés en comprar el CBD de la compañía proveniente de ingeniería genética tan pronto como escalen la producción. En mayo, una empresa canadiense de cannabis medicinal, Organigram en Moncton, anunció su intención de invertir US$ 7,6 millones en Hyasynth para ayudar a impulsar la fabricación.

Otra compañía canadiense, InMed Pharmaceuticals en Vancouver, está refinando la producción de cannabinoides raros en la bacteria Escherichia coli. La extracción de cantidades útiles de estos compuestos potencialmente beneficiosos de las plantas no es realista porque se concentra en niveles muy bajos, dice Samuel Banister, químico de la Universidad de Sydney en Australia. «Para los cannabinoides menores», dice, «hay una gran necesidad de biología sintética».

Si la DEA decide eliminar solo Epidiolex de la lista de sustancias de la clasificación 1, y no del CBD en general, es posible que los investigadores en los Estados Unidos no puedan aprovechar los productos de estas compañías. En cambio, las sustancias fluirán a los laboratorios en Canadá, donde la marihuana medicinal y recreativa será legal a partir del 17 de octubre. O bien, la investigación podría avanzar en Alemania y los Países Bajos, donde Kayser dice que los científicos enfrentan pocas barreras para estudiar el cannabis. Anticipando una demanda, tiene una patente pendiente en Europa sobre la producción de cannabinoides en la levadura genéticamente modificada.

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