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Congreso internacional de biotecnología forestal y árboles transgénicos enfrenta manifestaciones y vandalismo

El jueves pasado el Centro de Biotecnología de la Universidad de Concepción fue escenario de una acción inédita en sus diez años de historia. Un grupo de manifestantes llegó al lugar para protestar en contra del uso de árboles transgénicos, rodeó el edificio, rayó los muros e intentó ingresar al lugar. La situación era parte de una serie de manifestaciones organizadas en torno a la semana del IUFRO Tree Biotechnology 2017, congreso internacional destinado a conocer los avances en la biotecnología forestal y que este año se realizó en Concepción, Chile.

El punto de la polémica tenía relación con el uso de árboles transgénicos en el área forestal, situación que está prohibida en nuestro país y que está lejos de concretarse por la vía legal. Sin embargo, la permanente difusión de contenidos sobre estos temas genera discusión y polémica, que a juicio del director del Centro de Biotecnología de la Udec, David Contreras, son difíciles de contrarrestar por parte de la comunidad científica.

«Tenemos mucha información disponible como centro, en la página web, las redes sociales, para dar a conocer lo que hacemos, pero siempre es poco. Cuando una persona busca transgénicos aparecen un montón de cosas que son más o menos serias, pero la verdad es que acá en Chile no se hacen transgénicos y nosotros no hacemos investigación en esa área», sostiene. Añade además que los campos de la biotecnología son amplios y son 80 los investigadores que desarrollan proyectos al interior del centro.

Admite que, en este sentido, el gran déficit está en la difusión de las iniciativas que llevan adelante, sobre todo considerando que se trata de investigaciones que son financiadas gracias a la adjudicación de fondos estatales a los cuales postulan vía la Comisión Nacional de Investigación Científica y Tecnológica, más conocida como Conicyt.

Es hay mucha seudociencia que aparece cuando uno busca información en internet, por ejemplo, y eso es preocupante. Mucha de esta información no es verídica o, lo que es peor, a veces en parte es verdad. Entonces, cuando las cosas son parte verdad puede ser creída más fácilmente. Y también es probable que falte más difusión por parte de las entidades que trabajan estos temas o mayor cantidad de instancias para conversar con las personas. Nosotros tenemos los ciclos de Café Científico, o participamos en programas de televisión en que las personas que tienen conocimiento lo exponen a la ciudadanía en un medio abierto. Es verdad que tenemos una gran cantidad de publicaciones ISI, que son papers muy relevantes y de alto impacto, pero esos van a la comunidad científica y lo que debemos hacer es conversar con la gente, salir de ahí.

Falta de información

Contreras asegura que manifestaciones como la vivida esta semana en las inmediaciones del centro se deben a la falta de información proveniente de los organismos científicos y es posible que se haya llegado a un punto de inflexión en el tema, ya que «si hay personas que se sienten tan violentadas, que protestan, entonces claramente no lo estamos haciendo bien, les falta información».

Si bien el Centro de Biotecnología fue creado en 2002, fue hace una década que inició su trabajo. Desde entonces trabaja con un enfoque regional y gran parte de sus proyectos tienen relación directa con las áreas productivas la Región del Biobío.

«Dentro de lo principal, lo que hacemos es que valorizamos los productos naturales y también recuperamos desechos, sobre todo en el ámbito agrícola y forestal, con algas y acuicultura», explica el director del centro. Un ejemplo es que han sintetizado tipos de plásticos hechos de algas, cuya principal ventaja en que se biodegradan en 90 días, algo impensado en ese tipo de material. Así, una planta que se pone en una bolsa de este plástico se biodegrada sin generar ningún tipo de desecho.

Contreras añade que también se ha elaborado papel para conservar frutas que van a exportación, con algas de la región como materia prima y que ayudan mantener las propiedades de las frutas. «Son procesos que no son tan complicados, que son muy ingeniosos y que son fáciles de escalar», precisa.

Muchas, porque acá nos centramos en la ciencia aplicada, tenemos todo un background súper fuerte en ciencia básica. Quienes integran nuestro equipo son profesores de diversas facultades, diversas disciplinas, pero que nos concentramos en el centro y nuestro objetivo común. Nuestra ambición es hacer ciencia aplicada, ciencia para la comunidad, algo que ayude, que también mejore la productividad, esa es la misión que tenemos.

La ciencia no es tan lineal como se cree, a veces es bastante divergente. A veces con una idea base o fundamental puede salir varias aplicaciones. Tal vez son diez años desde que se me ocurre una idea o descubre algo a nivel molecular y logró una aplicación, pero muchas veces en las etapas intermedias aplicaciones que no esperabas. Al revés, suelen aparecer ideas desde el planteamiento de una necesidad específica. La otra vez, junto a un colega y conociendo en el terreno de los problemas que tiene una fábrica de no se han encontrado muchas ideas de soluciones que prefieren teníamos pensadas para otras áreas, que no tienen nada que ver, pero que se conectaron. A veces hay respuestas a preguntas que no teníamos al principio.

Contreras afirma que el mayor impacto que podría generar la biotecnología en la sociedad y la producción de los productos procesados. «La masa crítica de los conocimientos que tiene, tiene el conocimiento, el siguiente paso es ocupar lo que tenemos y llevar a cabo desde lo básico a lo manufacturado», asegura, agregando que el total de las postulaciones a proyectos científicos sólo el 10% logra financiamiento, lo Que deja sin posibilidad de desarrollo a los que tienen las capacidades para la tarea en esta tarea.

Recuerda que el rol de los privados es clave y que, por ejemplo, en Estados Unidos hay laboratorios de gran nivel donde el 40% de los fondos para el Estado y el resto del sector privado. «Ese es el camino, porque todos nos vemos beneficiados, ya que el país con más productos, hay un impacto social, y vale la pena convencer a las empresas que la inversión en ciencia no es un gasto», Finaliza

Transgenia en laboratorios

La investigadora Sofía Valenzuela, del Centro de Biotecnología de la Udec, fue una de las impulsoras del Congreso  IUFRO Tree Biotechnology 2017 realizado durante toda la semana en la zona. Respecto de la polémica surgida por el uso de árboles transgénicos, explica que en Chile «lo que se hace es un trabajo de laboratorio, la transgenia en sí la empleamos pero no en árboles, sino en plantas modelo».

Resume que, básicamente, plantean que «si en el eucaliptus hay un gen que probablemente confiere tolerancia al frío, entonces tomamos ese gen, lo insertamos en la planta modelo y en el laboratorio la observamos para ver si tolera o no mejor el frío. Si es sí, validamos la hipótesis, y así hemos estado haciendo ese tipo de plantas transgénicas durante los últimos 6 ó 7 años, pero siempre dentro del laboratorio y en el marco de un estudio».

Precisa que en el ámbito de la biotecnología a nivel nacional se trabaja en el cultivo de tejidos y en el estudio del ADN de las plantas, área en la cual lidera el centro de la Udec. A juicio de Valenzuela, la palabra transgenia produce rechazo no por la tecnología como tal, que es segura, sino más porque la concentración de esta en grandes corporaciones.

«Es algo en contra de los monopolios, en contra de la globalización, pero no en contra de la tecnología, hay que hacer una diferencia ahí. Más de cuatro mil estudios científicos han validado que los transgénicos son seguros. Hay una mezcla de percepción y de falta de información de la opinión pública», dice.

Detalla que China es el único país que cuenta con árboles transgénicos y que en Chile está prohibido, además de que se debe cumplir con exigentes protocolos de bioseguridad, «y no va a reemplazar a toda la agricultura ni orgánica ni convencional, pero es una herramienta más».

Respecto de la biotecnología forestal, algunos de los países que están trabajando en el tema son Brasil, Estados Unidos, Canadá, algunos países de Europa, Nueva Zelanda y, por supuesto Chile, y se emplean eucaliptos y pinos principalmente. La investigadora añade que también tiene una aplicación directa en la preservación de especies nativas, como es el caso de Estados Unidos donde el castaño americano comenzó a ser devastado por una plaga y era complicado preservarlo ya que demoraba cientos de años en crecer, hasta que se logró una solución basada en la transgenia, un área que sólo abarca el 5% de los proyectos que se realizan en biotecnología forestal.

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