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Destacado científico cubano defiende conservación y difusión de los cultivos transgénicos

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Un artículo del Presidente del Consejo Científico de la Universidad de La Habana y de la Sociedad Cubana de Química, el doctor en Ciencias Químicas Luis A. Montero Cabrera, defiende la conservación y difusión de los cultivos transgénicos «para bien de la humanidad».

El texto, publicado en el sitio oficial Cubadebate, se ciñe a los postulados esgrimidos por unos 110 premios Nobel de muy diversas especialidades, que emitieron recientemente un comunicado dirigido a las personas y organizaciones contrarias a los cultivos transgénicos.

El autor, miembro titular de la Academia de Ciencias de Cuba, apoya los argumentos sostenidos por las citadas personalidades, según los cuales «los organismos científicos y reguladores de todo el mundo han concluido de manera repetida y consistente que los cultivos y alimentos mejorados mediante la biotecnología son tan seguros, si no más seguros, que los derivados de cualquier otro método de producción».

Los científicos aseguran que «nunca ha habido un solo caso confirmado de un efecto negativo derivado de su consumo sobre la salud de los seres humanos o de los animales. Se ha mostrado en repetidas ocasiones que son menos perjudiciales para el medio ambiente y una gran ayuda para la biodiversidad global».

«La oposición basada en la emoción y el dogma en contradicción con los datos debe ser detenida. ¿Cuántas personas pobres en el mundo deben morir antes de considerar esto un ‘crimen contra la humanidad’?», añaden en su declaración.

Para Montera Cabrera, algunas de las razones que se han elevado contra los transgénicos son de tipo político.

«Ciertas transnacionales son importantes promotoras de estos cultivos por sus beneficios comerciales —defiende—. Se puede tener la opinión que corresponda con respecto a la acción negativa de algunas entidades. Sin embargo, la verdad científica puede ser esgrimida tanto por una organización monopolista y exclusivista como por un laboratorio biofarmacéutico revolucionario, propiedad del pueblo», considera.

Y añade que «la inocuidad y los beneficios humanitarios de los productos de la biotecnología debida y científicamente probados no dependen de sus dueños«.

Argumenta que «hoy en día se logran muy bien estudiadas especies de plantas que producen cosechas excelentes de granos. Han permitido alimentar a muchos millones de seres humanos, que de otra forma no hubieran existido o muerto de hambre por escasez de alimentos».

Según su criterio, «la revolución de las cosechas de alimentos transgénicos ha significado tanto para el bienestar de la humanidad como la de los fertilizantes artificiales a principios del siglo XX«.

En ese sentido, lamenta que «muchas personas honestas y algunas organizaciones ambientalistas la han emprendido contra los llamados alimentos transgénicos por algunas razones».

Según Montera Cabrera, se estima que el 15 % del arroz producido en el mundo y el 50 % del frijol de soya son mutantes. Alaba las propiedades del arroz enano ‘Calrose 76’ que científicos de los Estados Unidos lograron con rayos gamma.

Hace relativamente poco, en junio del pasado año, el Gobierno cubano anunció estar dispuesto a comprar semillas a Estados Unidos, pero dijo que no aceptaría transgénicos con el argumento de que no podía controlar su bioseguridad.

No obstante, después de años criticando este tipo de cultivos, compañías estatales como es el caso de la Empresa Agropecuaria Cubasoy lideran actualmente la introducción de cultivos transgénicos en la Isla, según un reciente informe filtrado.

Aunque la Isla no posee ninguna legislación que prohíba la producción, uso y consumo de organismos genéticamente modificados, el Gobierno firmó en el 2010 la Declaración de Cochabamba, que renegaba categóricamente de la explotación de este tipo de cultivos.

Nota extra: El Centro de Ingeniería Genética y Biotecnología (CIGB) y el Instituto Nacional de Ciencias Agrícolas (INCA), instituciones públicas cubanas, han desarrollado maíz y soya transgénica. De hecho, en Cuba se cultivó alrededor de 3000 mil hectáreas de maíz transgénico y 500 hectáreas de soya transgénica en la última temporada.

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