La coexistencia entre la agricultura orgánica y biotecnológica ya es una realidad a nivel global.

En el marco del seminario Securing Food and Increasing Income through Biotechnology celebrado en Filipinas el pasado 29 de septiembre, un equipo de científicos apostaron por la convivencia de distintas formas de cultivo e informaron de cómo hoy en día los principales países en producción orgánica son también los principales países en cultivos transgénicos. Los ponentes destacaron que la coexistencia es posible y ya es una realidad en muchos países del mundo.

El debate sobre la coexistencia de los cultivos orgánicos con los transgénicos es quizás uno de los más extendidos y técnicamente desconocido. Hay que recordar que diferentes cultivos coexisten unos con otros desde hace siglos. Lógicamente siempre han existido trazas o cantidades insignificantes de unos cultivos dentro de otros. En el sector agrario, como en todos, es importante que existan sistemas de control que garanticen la coexistencia, el adecuado uso de las tecnologías y de los inputs, pero no solo para la agricultura biotecnológica, sino también para la convencional y la orgánica.

Ejemplos de que la coexistencia no es un concepto nuevo son los productores de semillas certificadas, los bancos de germoplasma, los productores de diferentes tipos del mismo cultivo (ej. maíz amarillo v/s maíz dulce; canola para aceite v/s canola con alto contenido de ácido erúcico), y la agricultura convencional con la agricultura orgánica. La aplicación de «buenas prácticas agrícolas», a través de la implementación del programa Stewardship, el diálogo activo y la comunicación entre agricultores vecinos y actores de la cadena de suministro, permiten que la coexistencia sea eficiente.

La experiencia mundial demuestra que tanto los cultivos orgánicos como los biotecnológicos pueden desarrollarse en el mismo lugar. Los siete países con mayor cantidad de suelos destinados para producción orgánica (Australia, Argentina, China, EE.UU., Brasil, España e India) dan cuenta de 23,62 millones de hectáreas. Estos mismos países totalizan 119,1 millones de hectáreas de suelos agrícolas para producción de cultivos transgénicos, sin haberse observado nunca problemas comerciales significativos entre ambos sistemas productivos.

El responsable técnico del equipo del Departamento de Agricultura en Filipinas, Saturnina Halos, afirmó que “la agricultura ecológica es cara” y no puede dar soluciones ante los retos alimenticios del futuro, por todo esto “la producción ganadera es totalmente dependiente a los cultivos transgénicos”.

En esta línea, los ponentes analizaron cómo la Biotecnología ha contribuido y sigue contribuyendo a garantizar la seguridad alimentaria y la competitividad de la agricultura. El presidente de la Academia Nacional de Ciencia y Tecnología en Filipinas, Emil P. Javier, hizo hincapié en la necesidad de disponer de unos alimentos asequibles producidos de forma sostenible, un requisito que demanda la intensificación de la agricultura a través de la Biotecnología moderna.

Por su parte, Randy A. Hautea, Director del International Service for the Acquisition of Agri-Biotech Applications (ISAAA) en el sudeste asiático, expuso la necesidad urgente de producir más en el mismo espacio para poder alimentar a una población en constante crecimiento, un reto en el que la Biotecnología agraria es clave. “No estamos jugando con Dios, estamos empezando a aprender lo que Dios nos ha dado y lo estamos utilizando para el desarrollo del hombre”, afirmó.

Tomado y adaptado a partir de Fundación Antama (http://fundacion-antama.org)

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