Argentina aprueba el uso de nueva soja transgénica.

Después de 15 años sin nuevos eventos transgénicos en soja, el Ministerio de Agricultura de Argentina autorizó dos sojas Liberty Link (LL), resistentes al herbicida glufosinato de amonio, propiedad de la firma Bayer.

«Con esto nos ponemos a la par con Brasil y Estados Unidos en este tipo de eventos. Esta aprobación permite la liberación comercial, o no, según decida la firma. Lo importante es que estamos ofreciendo hoy dos nuevas sojas aprobadas que van a permitir una alternancia con respecto al único evento que teníamos», explicó el secretario de Agricultura, Lorenzo Basso.

En caso de decidir comercializar el evento Liberty Link, Bayer también analiza combinarlo con otros eventos, para lograr una solución más eficiente para las malezas resistentes.

En el anuncio, Basso consideró que se debe dar impulso a la aprobación de otros eventos. «Hay muchas razones para hacerlo: la competitividad, la resistencia de algunas malezas al glifosato, la posibilidad de generar otras alternativas y el uso del glufosinato de amonio como un herbicida que permita superar en algunos casos las resistencias que estamos viendo», dijo Basso.

«Para nosotros es un hito muy importante», señaló Earle Gastaldi, director técnico de Bayer. Para el directivo, la aprobación de las sojas LL sirven para que el país esté a tono con las regulaciones vigentes en el resto de la región.

Por su parte, el presidente de la Asociación Semilleros Argentinos (ASA), Oscar Domingo, declaró: «Es una enorme satisfacción haber trabajado en promover una tecnología que permite a la Argentina cumplir con lo que el mundo espera que la Argentina haga: producir muchos alimentos». Según explicó Gastaldi, la tecnología de tolerancia de Glufosinato de Amonio en soja está disponible en Estados Unidos y Canadá, y en Brasil ya está registrada. Bayer presentó el expediente de aprobación en la Argentina en 1998.

El 98% de la soja, el primer cultivo del país y el principal generador de divisas por exportaciones, proviene de semillas genéticamente modificadas. Desde que la Argentina autorizó su utilización en 1996, el área sembrada con soja se triplicó. Al ser necesario utilizar una menor cantidad de herbicidas y aplicarlo con siembra directa, que evita arar la tierra, se redujeron notablemente los costos de producción para los agricultores.

Fuente: Diario La Nación (Argentina)

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