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Revisión de estudios durante 20 años concluye que el maíz transgénico tiene más rendimiento y es más seguro que el convencional

Si bien muchos estudios muestran que los cultivos modificados genéticamente contribuyen a aumentar el rendimiento, los críticos de los cultivos transgenicos dicen que no lo hacen. Afirman que tales afirmaciones son puntos de discusión de la industria extraídos desde estudios financiados por la industria.

Más recientemente, Danny Hakim del New York Times afirmó en el análisis de portada de 2016 que «la modificación genética en los Estados Unidos y Canadá no ha acelerado los aumentos en los rendimientos de los cultivos».

Los defensores de los alimentos orgánicos, desde Michael Pollan hasta Environmental Working Group, a menudo citan artículos de medios o estudios individuales para respaldar sus puntos de vista, así como informes inéditos de grupos como la Unión de Científicos Preocupados (UCS). Un «libro blanco» ampliamente difundido, escrito en 2009 y todavía en el sitio web de UCS afirma: «Durante años, la industria de la biotecnología ha pregonado que alimentará al mundo, prometiendo que sus cultivos genéticamente modificados producirán mayores rendimientos.

Pero los científicos saben que no es bueno sacar conclusiones definitivas de esas fuentes. En cambio, miran los resultados de muchos estudios revisados ​​por pares. Una forma de hacerlo es a través de lo que se conoce como «meta-análisis», que clasifica cientos de miles de estudios para separar los datos de los ruidos y sacar conclusiones más seguras de los datos científicos.

Eso es exactamente lo que hizo un grupo de científicos italianos en un nuevo meta-análisis que comparó el maíz transgénico con variedades convencionales.

El análisis de más de 6.000 estudios revisados ​​por pares que cubren 21 años de datos encontró que el maíz transgénico aumentó los rendimientos hasta en un 25 por ciento y redujo drásticamente los contaminantes peligrosos de los alimentos. El estudio, publicado en Scientific Reports, analizó los datos de campo desde 1996, cuando se plantó el primer cultivo transgénico, hasta 2016 en los Estados Unidos, Europa, América del Sur, Asia, África y Australia.

Los hallazgos clave de los investigadores:

  • Las variedades de maíz transgénico aumentaron el rendimiento de los cultivos entre 5,6% a un 24,5% en relación con sus equivalentes no modificados genéticamente.
  • Los cultivos de maíz transgénico tuvieron porcentajes más bajos de micotoxinas (-28.8%), fumonisinas (-30.6%) y ticotecas (-36.5%), todo lo cual puede ocasionar pérdidas económicas y dañar la salud humana y animal gravemente.

Distribución mundial de los estudios de campo incluidos en el meta-análisis. El área de cultivo de maíz transgénico por país en 2016 está indicada en el mapa.

El análisis también reafirmó el consenso científico de que el maíz genéticamente modificado (GM) no presenta riesgos para la salud humana.

«Este análisis proporciona una síntesis efectiva sobre un problema específico ampliamente discutido a nivel público», dijo la coautora del estudio, Laura Ercoli, al periódico italiano La Repubblica (traducido del italiano).

Los científicos dijeron que el meta-análisis nos permite sacar conclusiones inequívocas, lo que ayuda a aumentar la confianza del público en los alimentos producidos con plantas modificadas genéticamente. «

Actualmente hay dos tipos de semillas de maíz transgénico disponibles para los agricultores a nivel comercial: maíz tolerante a herbicidas (TH), que permite a los agricultores controlar mejor las malezas; y maíz resistente a insectos (Bt), que combate plagas como el barrenador del maíz. Algunas cepas de maíz GM tienen los rasgos de tolerancia a los herbicidas y de resistencia a los insectos.

El maíz tolerante a herbicidas está genéticamente modificado para conferir resistencia principalmente al herbicida glifosato, lo que significa que el herbicida no lo afecta, pero las malezas son eliminadas. Esto se logró incorporando genes de una bacteria del suelo en plantas de maíz. El maíz resistente a los insectos está genéticamente modificado para incluir genes de otra bacteria del suelo, Bacillus thuringiensis (Bt), que comúnmente se rocía en granjas orgánicas como un pesticida natural aprobado. Se ha demostrado que esta protección incorporada reduce la necesidad de fumigación con insecticidas.

Otro maíz transgénico aprobado comercialmente hace un par de años en Estados Unidos posee el rasgo de tolerancia a la sequía.

Controversia del rendimiento

El meta-análisis italiano marca lo que podría ser un capítulo final en una faceta importante del debate en curso sobre el uso de OGMs en la agricultura. Más recientemente, el argumento de que los cultivos GM no dieron lugar a mayores rendimientos recibió atención después de la publicación de un artículo de 2016 en la portada del New York Times, la cual afirmaba que los cultivos transgénicos no habían aumentado los rendimientos en comparación con sus homólogos no transgénicos. El artículo, del reportero Danny Hakim, citó un informe de las Academias Nacionales de Ciencias (NAS) que decía que «había poca evidencia de que la introducción de cultivos modificados genéticamente en los Estados Unidos hubiera conducido a ganancias de rendimiento más allá de las que se ven en los cultivos convencionales».

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Hakim fue ampliamente criticado por seleccionar cuidadosamente partes del informe de la NAS y otros conjuntos de datos para construir una narrativa de que los cultivos transgénicos no aumentan los rendimientos. Leído en contexto, el NAS reafirmó lo obvio: ningún cultivo GM ha sido diseñado específicamente para aumentar los rendimientos. Los dos tipos de maíz modificado genéticamente más sembrados, por ejemplo, no se modificaron para aumentar el rendimiento, sino más bien para combatir las pérdidas de malezas e insectos. El informe de la NAS documentó que la reducción de malezas e insectos tuvo un impacto positivo en el rendimiento, como muchos otros estudios han confirmado.

Por ejemplo, un meta-análisis de 2014 realizado por dos investigadores alemanes respecto a todos los cultivos transgénicos reveló: «En promedio, la adopción de tecnología GM redujo el uso de pesticidas químicos en un 37%, aumentó el rendimiento de los cultivos en un 22% y aumentó las ganancias de los agricultores en un 68%«. También descubrió que el rendimiento y las ganancias fueron mayores en los países en desarrollo, lo cual el New York Times no incluyó en su análisis. Una revisión de 2015 de PG Economics, una consultora agrícola, descubrió que los cultivos transgénicos proporcionaron beneficios económicos de $133.400 millones desde 1996 hasta 2013, y aproximadamente la mitad de los beneficios se destinaron a los agricultores de los países en desarrollo. Aproximadamente el 70% de los beneficios económicos se atribuyeron a las ganancias de rendimiento y producción, mientras que el 30% restante provino de ahorros en los costos.

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Dentro del estudio italiano

Según el estudio italiano, más de 53 millones de hectáreas de maíz GM se cultivaron en 2015, lo que representa casi un tercio del área mundial de maíz plantado. Los Estados Unidos lideran globalmente en la producción de maíz transgénico con 33 millones de hectáreas, con Brasil, Argentina y Canadá también creciendo en grandes cantidades.

Efectos del maíz transgénico: (a) Se observa aumento del rendimiento de grano y reducción de las mazorcas dañadas; (b) se observa reducción de toxinas, insectos plaga y de pérdida de masa residual.

Si bien los aumentos en el rendimiento fueron más modestos en las naciones desarrolladas, Sudáfrica, que ha estado cultivando maíz transgénico desde 2002, registró un aumento promedio del rendimiento de 24%. Los autores sugieren que una mayor adopción de maíz transgénico por parte de los países en desarrollo podría proporcionar a los agricultores y consumidores importantes beneficios económicos y de salud humana.

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Las micotoxinas son tóxicas y cancerígenas para humanos y animales. Una cantidad sustancial de maíz convencional no-GM y variedades orgánicas contienen pequeñas cantidades de micotoxinas. Se eliminan en la limpieza en los países en desarrollo. Según el estudio, el maíz transgénico tenía un contenido de micotoxinas más bajo debido a que las variedades modificadas genéticamente redujeron el daño de los cultivos de insectos en un 59.6%. Esencialmente, los insectos, al igual que los «bichos» humanos, debilitan el «sistema inmunológico» de la planta y la dejan más susceptible al desarrollo de hongos en los orificios que realizan a la mazorca.

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Las micotoxinas siguen siendo una amenaza persistente para la salud en el mundo en desarrollo. A pesar de que el maíz comercial se analiza para detectar la contaminación con micotoxinas y se rechaza si se detectan niveles lo suficientemente altos, lo cual perjudica las ganancias de la granja, costos que muchas veces se transmiten a los consumidores. Los sistemas de inocuidad de los alimentos a menudo no son tan rigurosos, lo que resulta en una exposición humana y animal significativa a sus efectos tóxicos y carcinogénicos. Los estudios han demostrado que la contaminación por micotoxinas se asocia con un aumento en las tasas de cáncer de hígado y esófago.

Los científicos italianos también señalan que el cambio climático podría aumentar la contaminación por micotoxinas debido a que el aumento de las temperaturas y la disminución de las precipitaciones podrían dejar a las plantas de maíz más susceptibles a los ataques por hongos. El año pasado, científicos de la Universidad de Arizona desarrollaron una variedad de maíz modificada genéticamente resistente a las aflatoxinas, uno de los principales grupos de micotoxinas, pero está a años de su posible aprobación.

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El metanálisis también encontró «[efecto] modesto o ningún efecto sobre la abundancia de insectos no-objetivo [no plagas], lo que sugiere que no hay un efecto sustancial en la diversidad de la comunidad de insectos».

Como anota la genetista Anastasia Bodnar en Biofortified, los investigadores utilizaron una metodología particularmente rigurosa para su metanálisis, que solo incluyó estudios de campo y aquellos que utilizaron una cepa de maíz genéticamente similar como comparación. De los 6,006 estudios revisados, solo 76 cumplieron con su estándar alto y se incluyeron en el análisis.

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